Había una vez un rey que quería que sus dos gallos ganaran una pelea. Pidió que los llevaran a un santo para que los entrenara, y así se hizo. Los entrenaron muy bien. Cuando los trajeron, éstos se quedaron de pie en el ring. Allí había muchos otros gallos que comenzaron a atacarles, pero estos dos se quedaron parados sin que les importara. Los otros lo intentaban una y otra vez, pero estos dos ni se inmutaban. Como resultado, todos los otros gallos salieron huyendo.
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